Opiniones

Pedro Ugarteche y la joya bibliográfica recuperada en 1962 *

Augusto Lostaunau Moscol

De Pedro Ugarteche y Tizón ya nos hemos ocupado en otros escritos. Historiador -al estilo de su época- fue secretario personal del expresidente Luis Sánchez Cerro. Además, como diplomático. Ocupó el cargo de embajador del Perú en varias misiones. Quizás, la embajada en Argentina fue el lugar donde Ugarteche realizó su más fecunda labor. Su nota sobre el impacto que tuvo en Buenos Aires la presentación de Todas las Sangres de nuestro José María Arguedas trae por tierra aquella aseveración sobre la “provincialidad” de nuestro insigne escritor.

Pero, en 1962 publicó un artículo en el diario El Comercio bajo el título de Joya Bibliográfica Recuperada. En él dice:

“El 17 de enero de 1822, la Universidad de San Marcos de Lima, recibió pública y solemnemente al Excelentísimo Señor Don José de San Martín y Matorras, “Protector del Perú, Generalísimo de las Fuerzas de Mar y Tierra, Institutor de la Orden del Sol, Gran Oficial de la Legión del Mérito de Chile y Capitán General de sus Ejércitos”… Hizo su Elogio en tan histórica ceremonia, el “Doctor don Justo Figuerola, Diputado Segundo del Ilustre Colegio de Abogados, Catedrático de Vísperas de Leyes, Procurador General del dicha Universidad, y Notario Mayor del Arzobispado”… Ese mismo año apareció impreso en la conocida Imprenta de Don Manuel del Río, de Lima, el Elogio de San Martín por el doctor Figuerola, en un pequeño folleto de 39 páginas, que es desde hace muchos años una curiosidad bibliográfica” (1971: 53).

Una costumbre colonial fue el recibimiento y el discurso -a manera de Elogio- que se realizaba en la Universidad de San Marcos a la llegada a Lima de un nuevo Virrey. Luego del ingreso del nuevo Virrey a la ciudad y realizada las procesiones de las cofradías y gremios de productores, el local de la Universidad se vestía de gala para recibir a la nueva autoridad nombrada por el Rey de España. Los Elogios han sido documentos oficiales que muchas veces han servido para crear una realidad ficticia de los sucesos que conforman la Historia del Perú. Como, por ejemplo, el Elegio al Virrey Jauregui.

En enero de 1822, casi seis meses después de proclamada la Independencia de manera formal, la clase dominante utilizó la Universidad para dar continuidad a dicha tradición colonial. Y, para mantener entera la tradición de la dominación, el Elogio a San Martín se publicó. Siempre se dice que la Historia es un hecho que realiza la sociedad de manera inconsciente; pero muchos olvidan que existen las clases dominantes -que son una pequeña parte de ese todo social- que sí son conscientes de los hechos y de su posible connotación histórica, es por lo que elaboran los documentos que luego serán utilizados para la interpretación de los hechos. Así, se autoasignan un rol protagónico en el desarrollo de un país. Jamás olvidemos que José de la Riva-Agüero y Osma otorgó un valor primordial -para la causa independentista- al denominado Elogio a Jauregui, documento que cuando es analizado, demuestra ser una verdadera rendición hacia España.

El doctor Ugarteche continúa:

“Hace pocos días la acreditada casa de remates Muñiz Barreto, de esta ciudad, anunció una gran venta de libros en remate público que tendría lugar en las Galerías Witcomb, durante los días 20, 21 y 22 del presente mes y cuya exposición se realizaría durante los días 15, 16, 17 y 18… En el catálogo figuraban varios libros y folletos de autores peruanos o referentes al Perú, entre ellos el “Elogio a San Martín” por Figuerola, con la indicación de MUY RARO… En compañía del doctor Jorge Moreli, Secretario de la Embajada, visité la Exposición de esos libros y solicité ver ese folleto, pensando que quizá podría adquirirlo para mi Biblioteca… Me presentaron un pequeño librito, finamente encuadernado, en perfecto estado de conservación que contenía dos folletos del doctor Figuerola. Su Elogio de San Martín y Poesías Castellanas, colección de versos en honor del Protector del Perú… Pero, cuál no sería nuestra sorpresa al revisar esos folletos y encontrar en los dos varios sellos que decían Biblioteca Nacional – Lima. Uno de esos sellos llevaba además una fecha, 1915” (1971: 53-54).

Si bien es cierto, la visita que realizó el embajador Ugarteche y Tizón a la sala de exhibiciones, donde se exponían los textos preparados para ser rematados, fue de naturaleza particular, es decir, con el afán de adquirir esos folletos para su biblioteca personal -lo cual lo dice demostrando una total sinceridad ya que, quizás, otros hubieran argumentado que visitaron el lugar cumpliendo las “altas funciones que le otorga el Perú”- encontró los folletos con el sello de la Biblioteca Nacional del Perú. Tenemos un Bicentenario de “pérdidas” de libros, folletos, documentos, manuscritos, etc., de nuestras bibliotecas y archivos públicos. Siempre se ha denunciado la “pérdida sistemática” de documentos de gran valor para el país. Resulta interesante que aquello que se ha “perdido” no es un libro, folleto o documento “menor”; por el contrario, son de mucha importancia para la interpretación de los hechos históricos del Perú. Esto deja entender que, quienes “pierden” los documentos, saben muy bien el valor histórico -y, por lo tanto, monetario- de los mismos. Es por lo que, luego del Incendio de la Biblioteca Nacional de 1943 siempre quedó en el pensamiento de los peruanos que el incendio fue intencionalmente provocado con la finalidad de “ocultar pérdidas” o, realizar “nuevas pérdidas” a pedido de algún “exigente” comprador extranjero (Sobre estas “sospechas” leer a Jorge Basadre Grohmann en su artículo En La Biblioteca Nacional (1968) y Raúl Porras Barrenechea en su artículo Pasión y Muerte en la Biblioteca Nacional (1943). Igualmente ha sucedido en el Archivo General de la Nación, totalmente abandonado por quienes fueron designados como sus administradores y gerentes. Ahora que la institución enfrenta un proceso judicial de desalojo: ¿Cuántos documentos se habrán “perdido” y cuántos se irán a “perder”? Aún recuerdo, cuando estudiante de Historia en la segunda parte de la década de 1980, circulaban rumores de la “pérdida y salida de documentos del AGN” en las valijas diplomáticas de ciertos personajes del gobierno de aquel entonces o de los altos funcionarios del antiguo Instituto Nacional de Cultura. Eran “rumores” que tenían su origen entre los trabajadores del AGN y que los estudiantes que realizábamos nuestras prácticas de Paleografía o Archivología escuchábamos en las salas de consulta de documentos de esa institución ubicada en el sótano del Poder Judicial. Más aún cuando los trabajadores del AGN tenían conocimiento que éramos alumnos de la Universidad Nacional Federico Villarreal. Algunos nombres muy conocidos fueron parte de dichos “rumores”. Jamás se investigó. Ni la Academia Nacional de Historia exigió una investigación. Menos el Congreso de la República, la Contraloría o el Ministerio Público. Es el poco o nulo valor que le asignan las autoridades a los documentos. Además, “recuperar un documento perdido” no otorga réditos periodísticos. A los medios de comunicación tampoco les interesa lo que suceda con nuestro patrimonio documental.

Las acciones que realizó el doctor Pedro Ugarteche las narra de la siguiente forma:

“Inmediatamente me presenté al Gerente de la firma rematista y le manifesté que esos sellos acreditaban que ese libro pertenecía a la Biblioteca Nacional de Lima, que creara San Martín en 1821 y que solicitaba su retiro de la venta y su devolución a su legítimo propietario… Con gran gentileza el señor Barreto Diego, Gerente de la firma rematista Muñiz Barreto me manifestó que desde ese momento el folleto quedaba retirado de la venta y que conversaría al respecto con su propietario, pero que me aconsejaba que yo por mi parte hiciera igual cosa con la “Comisión de Recuperación de Bienes de la Nación”…Enterado por mí de lo que ocurría mi distinguido amigo el doctor don Ricardo Zorraquín Becú Presidente de la Academia de la Historia Argentina, me ofreció con toda gentileza conversar con los miembros de esa Comisión, los que acordaron apoyar mi gestión, lo que me hizo saber horas después” (1971: 54-55).

La primera acción concreta fue identificar los folletos como parte de la colección de libros y folletos de la Biblioteca Nacional del Perú, gracias a los sellos existentes en los mismos. En segundo lugar, conversó directamente con el Gerente de la empresa encargada de realizar la subasta, indicándole la posición del Perú frente a esos bienes patrimoniales. Inmediatamente, solicitó el retiro de los folletos del lote de libros que serían subastados hasta llegar a un entendimiento con el propietario. Y, en cuarto lugar, presentó el caso a la Comisión de Recuperación de Bienes de la Nación existente en Argentina que funciona en ese país desde 1938. Lastimosamente, en el Perú, una Comisión parecida recién fue creada en marzo de 2021. De esta forma, los miembros de la Comisión asumieron su labor de recuperar los bienes patrimoniales para su devolución al legítimo dueño: El Perú. Por ello, Ugarteche indicó:

“El día martes 20, en momentos de abrirse la subasta, el señor Barreto Diego me hizo entrega del librito que contenía los dos trabajos del doctor Figuerola para que lo hiciera llegar a la Biblioteca Nacional del Perú… Al hacer público mi agradecimiento, desde “El Comercio” de Lima, a la firma Muñiz Barreto por su correcto proceder, al doctor Zorraquín Becú y a los señores miembros de la Comisión de Recuperación de Bienes de la Nación al apoyar mi gestión, deseo también dejar constancia de que el señor Ministro de Educación Pública, doctor Alberto Rodríguez Galán y el doctor Isidoro Ruiz Moreno, Catedrático de Derecho Internacional Público de la Universidad de Buenos Aires, al conocer lo ocurrido, me manifestaron su apoyo para el caso de que volviera a encontrar algún libro, folleto o documento que me constara pertenecía a alguna biblioteca pública peruana… Agradezco también a mi distinguido amigo el doctor Óscar Aspíllaga Delgado el favor de llevar a Lima y hacer entrega de tan valiosa joya bibliográfica al Ministerio de Relaciones Exteriores, para que la haga llegar a nuestra Biblioteca Nacional… Buenos Aires, noviembre de 1962” (1971: 55).

Las acciones iniciadas por el embajador Pedro Ugarteche y Tizón en Buenos Aires el año de 1962 permitieron recuperar una pequeña parte de nuestro patrimonio documental que se encuentra “perdido” a consecuencia de la falta de una política de conservación y control de libros, folletos, manuscritos, documentos, etc., por parte del Estado peruano y de los gobiernos. Existen funcionarios públicos que lo único que desean y buscan es contar con una oficina de Gerencia, gozar de los privilegios de viajes y viáticos, contratar amigos y otros en los puestos de alta dirección de los organismos encargados de administrar nuestro patrimonio documental. Lastimosamente, ni el Ministerio de Cultura ha podido detener estas “perdidas”. Existen muchas ideas para evitar que continúe la “perdida” de nuestros bienes documentales; aunque, para su ejecución siempre se recurre a las famosas “consultorías”; “asesorías” y “evaluaciones” que han determinado el “derroche” de grandes sumas de nuestro dinero a favor de un pequeño grupo de “privilegiados” que se autoproclaman “expertos”. Un dato muy interesante es que casi todos esos “expertos” han estudiado pregrado y posgrado en la misma Universidad.

Nota

* El artículo Joya Bibliográfica Recuperada fue publicada por su autor, Doctor Pedro Ugarteche y Tizón, en el diario El Comercio del 16 de diciembre de 1962 y reproducido en su libro En Viaje (EMECE Editores, Buenos Aires-Argentina, 1971), de donde lo hemos tomado (pp. 53-55) y citado textualmente en forma integral para una mejor lectura.


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