Opiniones

La adversidad: La gran creadora de héroes en la vida

Por Armando Avalos 

Cuando Valeria Cubas recibió la medalla de campeona de matemáticas inter escolar de Lima, no pudo dejar de pensar en su madre que la sacó adelante preparando caldo de gallina y en una frase que escribió en la pared de tripley de su cuarto, que dice: “lo único imposible es aquello que no intentas”.

Sin internet, con libros regalados, sin dinero pero con mucha fe y perseverancia, Valeria había intentado e intentado tantas veces avanzar en la vida. Cuando le colocaron la medalla de campeona había por fin demostrado que el destino no es más que un reflejo de lo que hacemos en la vida. Una fotografía de nuestro esfuerzo. Que nada es imposible, solo aquello que no intentamos.

Valeria fue uno de los personajes de un conmovedor reportaje que hice para la televisión y que me dejó otra gran lección. Que los sueños comienzan a cumplirse cuando nos mentalizamos que sí podemos. Cuando, como Valeria, escribimos en nuestra mente y en nuestro corazón frases como las que la esculpió con un plumón frente a su cama y que la animaba en las peores circunstancias.

Pero hay algo más que aprendí al conocer a Valeria, y es que nuestras vidas están entrelazadas. Que muchas veces, Dios nos pone ángeles en nuestro camino para ayudarnos a volar.

Y digo esto porque Valeria quizá no habría logrado ser campeona de matemáticas entre los principales colegios de Lima, si no habría tenido la oportunidad de que los propietarios del Colegio Domingo Sarmiento de Puente Piedra, la ayudaran con una beca completa para estudiar.

Que comprendieran que más allá de ver una empresa como un negocio, también tiene una función social. Esa beca ayudó a Valeria a poder estudiar pese a no tener dinero. Pese a no tener internet. Pese a no tener ni para el pasaje y que motivara que su padre durante años la llevara en una vieja bicicleta a clases.

Mi abuela que está en el cielo, una tarde me dijo que si un día encontrara a una persona mala en la vida, no me preocupara, porque los “ángeles se buscan” y un ángel iría en mi ayuda. Yo la miré extrañado y ella con sus manos pequeñas y arrugadas me frotó la cabeza y me dijo “recuerda que tú eres un ángel”.  Pues Valeria encontró en los dueños de su colegio, a sus ángeles. 

Como decía mi abuela Rafaela, los ángeles se buscan. Y como paradoja del destino, fue una gran amiga que conocí en las aulas universitarias, Maggi Miraval el ángel que ayudó a Valeria. 

Los caminos de Dios son increíbles. Conocí a Maggi cuando ambos estudiamos periodismo en la Universidad San Martin de Porres. Yo tenía mucho cabello y ella también. Siempre le hacía bromas por sus dientes delanteros y ella se reía a carcajadas.

Es un gran ser humano y una emprendedora. Cuando dejamos las aulas universitarias, cada uno tomó caminos distintos. Ella continuó con el legado de su familia, cuyo colegio acaba de cumplir un siglo de vida. Como docente y empresaria, logró que su colegio se convirtiera en uno de los más importantes de Lima Norte, pero nunca olvidó aquello que hizo que me “pegara” a ella en las aulas, su gran humanidad. 

Una tarde Maggi, me llamó por teléfono para contarme la historia de Valeria y me dijo que sería estupendo ayudarla. Que era una muchacha esculpida por la adversidad y fruto de una familia de luchadores.

Acepté hacer el reportaje y creo que de eso se trata la vida. Que además de nuestra profesión, negocio o empresa, utilicemos nuestros conocimientos, habilidades o posibilidades para avanzar pero también para ayudar.

Cuando hacemos eso, generamos un círculo virtuoso en los que nos rodean como la joven Valeria. Ella avanzó en la vida gracias a que recibió ayuda y cuando le pregunté ¿qué quería estudiar cómo profesión? Me dijo que quiere ser una gran ingeniera. Y cuando le pregunté porqué, lo primero que me dijo fue que quería ayudar a otros a tener pistas, camino, a tener oportunidades en la vida.

Y luego también sueña con ayudar a su mamá, la mujer que preparando caldos de gallina en un pequeño puesto y con otros mil oficios, le había demostrado que no hay meta que se alcance sin luchar.

Al terminar mi reportaje, Valeria abrazó a su madre y le prometió que no solo sería una gran profesional sino un buen ser humano. Grandes palabras para una joven, que aprendió la importancia de la solidaridad y que seguro con el tiempo, también se convertirá en un ángel para otras personas que luchen por también volar.


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