Opiniones
¿Por qué el inconsciente rechaza algunos contenidos de televisión? El secreto de las letras en la pantalla chica
Por Armando Avalos
El 3 de enero de este año, en el programa Reporte Semanal de Latina se emitió un reportaje sobre el peligroso incremento de la delincuencia y sicariatos en el país. En dicho informe se colocaba las fotos de prontuariados delincuentes y al lado, en letras grandes, se ubicaba el nombre de la banda a la que supuestamente pertenecían. En este caso “Los chamos de Valencia”. Pero había un gran detalle que escapaba al editor y al periodista que hizo el reportaje. Por un lado, el informe criticaba acertadamente a los delincuentes pero por el tipo de letras y la dirección de las mismas, “alababan” sin saberlo a estos hampones. Un mensaje que va directo al subconsciente de las personas.
Y cuando un mensaje es percibido como “incoherente” por el cerebro humano tiende a rechazarlo. Es decir, muchos televidentes “sentirán” que algo no encaja y se “desconectaran” de seguir viendo el informe aunque no comprendan porqué.
La psicología de la escritura o grafología es una herramienta poco usada en los medios de comunicación pero clave para poder dar coherencia a los contenidos que se ponen en la pantalla. En el Perú los editores y periodistas no son capacitados con las herramientas de esta disciplina tan útil y fascinante y que puede ayudar sobre manera a que los productos que se emitan al público sean más coherentes.
En el ejemplo con el que empezamos este artículo, el nombre de la banda “Los chamos de Valencia” su diseño sigue una dirección de línea ascendente y positiva. Cuando alguien ve unas letras escritas de manera ascendente o que van hacia arriba, lo asocia mentalmente como entusiasmo, una fuerte voluntad de superación, un signo de aspirar a grandes cosas y ánimo vigoroso.
Las letras en el citado ejemplo, además, habían sido escritas con mayúsculas continuas, que suelen simbolizar para el ser humano orgullo, fortaleza, sobrevaloración de nuestras potencialidades y también ocultamiento de nuestras debilidades.
Vale decir, cuando se emitía el reportaje, se “alertaba” a la sociedad sobre el peligroso actuar de esta banda y se pedía una pena ejemplar por sus delitos, pero las letras que acompañaban el mensaje y que van directos al inconsciente de la gente, nos decía que “Los chamos de Valencia” eran positivos, fuertes, entusiastas y personas que superan la adversidad. Abiertamente se les graficaba como demonios, pero en el mensaje subconsciente y por desconocimiento se acompañaba letras que los hacia ver como ejemplos a seguir.
Y si analizamos el reportaje completo, encontraríamos muchos errores de este tipo en el uso de las letras diseñadas. Y estoy seguro que si evaluamos con rigor todos los contenidos de los noticieros y programas emitidos en el país encontraremos la misma tendencia de no usar adecuadamente las letras y su simbología.
Una letra puede marcar la diferencia
Hay muchos editores para quienes el límite de modificar una letra en la pantalla es que no pierda su legibilidad. Es decir, mientras se reconozca una letra, se le puede hacer modificaciones para hacerla más “bonita”, “moderna” o “artística”. Pero lo que desconocen es que un pequeño cambio puede variar totalmente lo que simboliza para la mente humana.
Veamos un ejemplo que puse en mi libro “La cuarta pantalla. La TV en el celular” y donde el diseñador argentino E. Gabriel en el 2015 hizo un boceto de la letra “g” para un diseño con algunas variaciones de grosor y detalles terminales.
Para el común de las personas, los cambios eran sutiles, pero para un ojo entrenado y sobre todo para la mente inconsciente, los cambios de la letra “g” que se hizo en el boceto daban dos mensajes completamente diferentes.
Primero hay que explicar que la letra “g” es la letra que tiene mayor implicancia de tipo sexual para el ser humano. A través de su elaboración los grafólogos pueden determinar cómo la persona canaliza la libido. Es la letra que nos informa sobre cómo la persona expresa sus emociones, su erotismo y su capacidad de entrega.
En el primer boceto de la letra “g” se dibujó con un óvalo pequeño que representa como la persona se ve a sí misma. En este caso, de manera infravalorada. Además tenía un bucle en la parte inferior muy ancha lo que implica una sexualidad voluptuosa y muy desarrollada (sin una forma adecuada de canalizar positivamente dicha energía).
En el segundo boceto de letra “g” el diseñador hizo el óvalo grande. Esto es característico en personas que suele darle una excesiva importancia a la sexualidad y la dimensión corporal. Es característica de personas con atributos físicos y que le dan una sobre importancia a ello. Además, la citada “g” fue elaborada con el bucle desligado, vale decir, abierto.
La persona que dibuja en la escritura manuscrita una “g” con el bucle desligado tiende a tener dificultad para canalizar la libido, dificultad en la entrega de cosas materiales o mostrarse abiertamente y de manera natural, suelen tener una independencia emocional, dificultad para conservar el vínculo de pareja, impulso detenido, desvían muchas veces la libido hacia otros intereses como el altruismo.
Al diseñar estas dos variaciones de la letra “g”, los cambios parecieran ser intrascendentes a simple vista. Pero si se pide a un psicólogo hacer una descripción del tipo de persona que habría realizado cada una de estas letras “g” diría: Que la primera, sería una joven muy tímida, con un vigor sexual latente muy fuerte y que afronta profundos conflictos sobre su sexualidad y los oculta. Y la segunda sería una joven al parecer guapa por el hecho de estar obsesionada por su cuerpo y apariencia, que tiene tendencia a tener problemas de pareja y con déficit para canalizar su sexualidad. Dos personas completamente diferentes. Y por lo tanto, dos simbolismos diferentes que llegan al espectador.
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