Opiniones

El planeta de Rodolfo Stavenhagen a 5 años de su partida

Augusto Lostaunau Moscol

El 5 de noviembre de 2016 -hace 5 años- murió Rodolfo Stavenhagen. Científico social nacido en Alemania en 1932, desde niño radicó -junto a su familia- en México huyendo de los horrores de la Alemania Nazi y de la Segunda Guerra Mundial. Estudió Artes en Chicago, para luego seguir posgrados en Sociología, Historia y Antropología. Docente en la Universidad Nacional Autónoma de México y profesor visitante en muchas otras instituciones superiores a nivel mundial. Su aporte intelectual, académico, profesional y humano engrandece a las ciencias sociales mexicanas porque un país cuando recibe y acoge inmigrantes, gana potencial humano.

Seis años antes de su sensible partida, Stavenhagen publicó su libro Los pueblos originarios: el debate necesario (CLACSO. Buenos Aires) -existe versión pdf-; en el cual sustentó algunas propuestas sobre la existencia de un planeta multicultural.

Rodolfo Stavenhagen sostiene que:

“La población humana de nuestro pequeño planeta – pequeño en términos cósmicos– se divide en un gran número de pueblos, naciones, etnias, culturas y civilizaciones, dependiendo de los criterios definitorios utilizados y de las preferencias de quien realiza la clasificación. Yo me inclino por utilizar el término de "pueblos" porque es el que a mi entender presenta menos problemas teóricos y porque –y esto es importante– los dos pactos internacionales de derechos humanos adoptados por la Asamblea General de la ONU en 1966 establecen de manera contundente "el derecho de los pueblos a la libre determinación" (2010: 69).

Stavenhagen propone que, pese a la creación de conceptos y términos que han buscado homogenizar al ser humano a través del tiempo, esto es imposible de realizar porque, históricamente, el ser humano ha conformado, conforma -y conformará- pueblos, naciones, etnias, culturas y civilizaciones. Es decir, por su propia esencia y desarrollo, la humanidad ha sido, es -y será- una realidad culturalmente heterogénea. Entonces, la riqueza de nuestro planeta no sólo se manifiesta en su naturaleza (recursos naturales); sino también, en el propio quehacer del ser humano. Destruir esa relación entre naturaleza y cultura, es simplemente, acabar con las características principales de la humanidad en su conjunto.

Además, Stavenhagen anota que:

“También podríamos usar el concepto de "nación", tan manoseado por los políticos nacionalistas y los maestros de banquillo en las repúblicas ilustradas; pero recordando que la nación no es más que una "comunidad imaginada" (Benedict 1983), esta ha perdido un poco de su lustre, convirtiéndose más bien en un lastre en época de globalización. No olvidemos, sin embargo, que, si bien los pueblos tienen derechos, las naciones también tienen voz y voto en las Naciones Unidas y, lo que es más importante, tienen estados y ejércitos que usan con frecuencia para combatir a otras naciones” (2010: 70).

La idea de “nación” y la utilización de un sentimiento “nacionalista” por parte de grupos que han logrado esconder -detrás de estos- sus intereses, ambiciones y privilegios, han llevado que el concepto “nación” sea utilizado en todo y cualquier sentido. Tratando de aglutinar y diferenciar al mismo momento. Una “cultura nacional” es prácticamente inexistente; pero se puede elaborar como discurso excluyente y violentista. Normalmente los mal llamados y proclamados “nacionalistas” utilizan este término para generar diferencias y odios contra otros pueblos que -en muchas ocasiones- comparten las mismas tradiciones culturales.

Un aspecto que Rodolfo Stavenhagen aporta es:

“También hay problemas con el vocablo "etnia", que con frecuencia viene atado al término "minoría". Así, hablamos de minorías étnicas, de grupos étnicos, de identidades étnicas o de etnicidad, como un atributo de las personas, o bien, de conflictos étnicos como de algo que sucede al interior de las fronteras nacionales. A veces nos huele un poco a folclor. Existen lujosos libros profusamente ilustrados de "arte étnico" que los amigos le regalan a uno para Navidad cuando no saben qué otra cosa obsequiar. Según algunas estimaciones, hay en el mundo varios miles de etnias, mientras que solamente existen unos doscientos Estados nacionales. Por cierto, según la ONU las minorías étnicas también tienen derechos, pero menores que los pueblos y las naciones” (2010: 70).

Las modas académicas “encumbran” a un pequeño grupete de individuos que fingen “interés” por los grupos sociales “minoritarios”. Para ello, han creado un arsenal de conceptos y términos que sirven para “autoproclamarse” grandes investigadores y mejores personas porque, desde su mirada racista y clasista, existen “otros” a quienes “deben” defender, ya que, ellos mismos no lo pueden hacer. De esta forma, se “elevan” a la categoría de “protectores” de lo autóctono. Aunque, en la realidad, no sienten el más mínimo afecto por las manifestaciones culturales de esos “grupos étnicos o minorías” que dizque defienden. Es solamente una manera de vivir con becas y financiamientos.

Así mismo, Stavengahen sostiene que:

“Tenemos el noble vocablo de la "cultura", un concepto que abarca mucho y es prácticamente imposible de definir. Sabemos que los pueblos, las naciones y las etnias son portadores de culturas diferentes, pero en la tradición intelectual la cultura tiende a ser abstraída de los seres humanos reales y adquirir casi vida propia independientemente de los grupos sociales que viven en el tiempo y en el espacio concretos. Se habla, por ejemplo, de la cultura universal o de la cultura empresarial o de la de los jóvenes, etc. La UNESCO (1996), que es el organismo de las Naciones Unidas encargado de promover la cultura en el mundo, establece que la "cultura es la última frontera del desarrollo" (2010: 70-71).

Y el concepto Cultura se encuentra tan extendido en su uso y abuso que, cualquiera lo puede incorporar a cualquier tipo de discurso y sostener cualquier cosa. Los grandes comerciantes del mundo han manipulado este concepto hasta convertirlo en la mayor manifestación de exclusión, racismo y clasismo. Existe “música culta”; ¿entonces también existe “música inculta”? Existe “literatura culta”, ¿entonces también existe literatura inculta? Existe “prensa culta”, ¿entonces también existe “prensa inculta”? No cabe duda de que la obra de Rodolfo Stavenhagen debe generar un gran debate. Pero, un debate que no debe incluir “la moda intelectual” de intelectualoides.


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