Opiniones

El pingüino que enseñó al mundo el valor del agradecimiento y la lealtad

Por Armando Avalos

Entre las rocas de la playa Provetá, cerca de Rio de Janeiro, un pingüino de 35 centímetros esperaba su lenta muerte. Estaba cubierto de petróleo que lo asfixiaba y cansado había dejado de luchar. En ese momento, el pescador Joao Pereira de Souza de 71 años, se acercó al animal, lo miró con ternura y lo llevó a casa para intentar salvarlo. Luego de retirarle el petróleo de su plumaje, el anciano alimento al pingüino con atún y lo cuidó como un hijo hasta que poco a poco recuperó sus fuerzas.

Le puso de nombre DinDim y en la ciudad de Isla Grande todos se sorprendían al ver a Joao ir acompañado a todos lados por el pingüino. Meses después, Joao llevó a DinDim a la orilla del mar para que regrese a su hábitat. El animal dudó en partir, se acercó al anciano y se le acurrucó por unos minutos y luego, corrió con sus pequeñas patitas al mar y desapareció tras las olas.

Joao sintió que había obrado correctamente al dejar libre a su amigo DinDim. Sabía que el pingüino de Magallanes tenía que regresar a la Antártida para anidar y aparearse con los de su especie tras un largo viaje de más de 8 mil kilómetros. Para el, había sido un adiós.

Ocho meses después, en una tarde templada, en la casa de Joao que está al borde la playa, unos niños llegaron gritando por Joao y pidiéndole que saliera a ver algo. Joao caminó a la playa y lo que vio lo dejó helado y conmovido. Era DinDim que había regresado. El pingüino al ver a Joao corrió alzando sus aletas y el anciano comenzó a llorar de emoción. Cargó al pingüino y no dejó de besarlo. A ambos se les veía felices.

La historia de Joao y su pingüino DinDim conmovió a la prensa y se hizo viral en las redes. El pingüino había recorrido nuevamente 8 mil kilómetros desde la Patagonia hasta Rio de Janeiro para volver a ver al hombre que le había salvado la vida.

DinDim como otros pingüinos debe permanecer los meses de menos frio en la Antártida o la Patagonia para estar con los de su especie. Cuando llega el mes de junio donde las temperaturas bajan demasiado, DinDim al igual que sus congéneres debe buscar aguas más templadas en las costas de Uruguay y Brasil.

Eso es lo que hacía cuando el 2011, se vio en medio de un derrame de petróleo que había dejado una embarcación en el mar de Brasil. Los pingüinos tienen un plumaje impermeable debido a una secreción de su piel que actúa como aislante permitiéndole sobrevivir en aguas frías. Esa protección natural no le sirve contra la negligencia del hombre. El petróleo que habían derramado en altamar, había anulado su permeabilidad. Es decir, el crudo había envenenado su piel y lo obligó a ir a la costa, a buscar un lugar para morir en una larga agonía. Una agonía de la que Joao lo rescató con mucho amor y cuidados y por eso, DinDim había vuelto a lo que él ahora considera su hogar.

DinDim permaneció con Joao varios meses y luego volvió a regresar a la Antártida, en ese viaje lleno de peligros de miles de kilómetros. Lo que ha sorprendido al mundo es que desde esa fecha, cada año el pingüino hace el mismo viaje y cada año vuelve a buscar a su amigo Joao.

El biólogo João Paulo Krajewski, de la Universidad Federal de Santa Catarina, quien contó la historia a la prensa, afirma que el periplo que cada año hace DinDim desde la zona más fría del planeta hasta Rio de Janeiro, es porque considera la casa de Joao también como suya. Ha desarrollado una conexión muy fuerte con el ex albañil, a quien es el único que permite tocarlo.

"Amo al pingüino como si fuera mi hijo y creo que él me ama a mí", señala sonriendo Joao Peireira a quien se le dibujó una sonrisa traviesa cuando recuerda que DinDim “no le gusta que nadie más lo toque, sino ataca. El confía en mí. Se sienta en mi regazo y deja que lo bañe y lo alimente. Es un ser extraordinario y en su mirada, siento que es feliz conmigo, ", añade don Joao.

El año 2016 científicos le pusieron un marcador al pingüino para saber más sobre sus orígenes y su trayectoria. "Por primera vez, tenemos prueba definitiva de que es el mismo pingüino el que regresa cada año a la casa del señor Joao, pues volvió con el marcador", dijo uno de los investigadores a los periodistas.

El pingüino de Magallanes suele vivir unos 25 años y es uno de los animales más fieles y leales de la naturaleza. A tal punto, que cuando escogen una pareja se quedan con la misma hasta que mueren.

El hogar es el espacio donde nuestro corazón se siente feliz. Donde encontramos el amor de una alma gemela. El rincón del mundo donde nos sentimos seguros y donde nuestro espíritu se siente en paz. Para el pequeño pingüino todo eso simboliza la playa donde vive Joao, el hombre al que le debe la vida y que le demuestra tanto amor.

El ser por el que vale la pena cruzar miles de kilómetros a nado, sorteando depredadores y numerosos obstáculos para demostrarle su agradecimiento. Porque para DinDim la familia no solo es el que comparto los mismos rasgos, sino un mismo corazón.


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