Opiniones
Renunció Bellido. Fin de la crisis política
Por Jaime Antezana Rivera
Mientras se esperaba el mensaje a la Nación del presidente Pedro Castillo, previsto inicialmente para las 3:30 pm, se confirmó la renuncia (lo correcto es el despido) de Guido Bellido a la Presidencia del Consejo de Ministros (PCM). Esta era, desde que asumió, una necesidad. Nunca debió asumir dicho cargo.
En efecto, desde su ascenso a la PCM, su gestión estuvo signado por la crítica a su posición pro-Edith Lagos y complaciente con SL, su homofobia y misogínia. Y, estando en ese cargo, representó un polo de la bicefalia del gobierno del "profe".
Esa bicefalia fue un espectáculo no visto en los últimos 40 años. Tuvo un discurso confrontacional, achorado y desleal. Encarnó el gobierno paralelo al de Pedro Castillo. Personificó el poder de Vladimir Cerrón. Más amplio: de la cúpula de Perú Libre: Cerrón, Bellido y Waldemar Cerrón.
Debido a esos rasgos de la corta era de Bellido provocó que, en un poco más de dos meses, el gobierno de Pedro Castillo pierda -según las diversas encuestas- entre 15% a 17% de apoyo ciudadano principalmente en Lima y el norte. En el sur, mucho menor.
A ello hay que agregar, el duro cuestionamiento al ministro de Trabajo, Iber Maravi, por sus vinculaciones a SL y el Movadef. Este en las últimas semanas, por la interpelación en el congreso y la moción de censura que la oposición iba a presentar, condensó la crisis política. En realidad, una larga crisis del gobierno.
Este cuadro de cosas no le dio estabilidad y gobernabilidad al país. Todo lo contrario. Día a día, le daba inestabilidad e ingobernabilidad. Algo peor: la abierta confrontación entre Castillo y Bellido-Cerrón, los polos de la bicefalia gubernamental, mostraba un gobierno sin rumbo. A un premier sobrepasando al presidente.
Visto así, la renuncia del Guido Bellido no solo debe poner fin al gabinete Bellido-Cerrón, incluyendo al ministro Iber Maravi y otros ministros (Defensa e Interior), sino que debe haber una recomposición total del gabinete. Así, como poner fin a la bicefalia gubernamental. O sea, acabar con el poder paralelo de Cerrón.
En otras palabras, debe significar un antes y después en la también corta gestión de Pedro Castillo. Un nuevo gabinete que abra un curso de gobernabilidad al país para encarar la mayor crisis sanitaria y económica de los últimos 30 años e, incluso, del período republicano. Con Bellido eso no era posible.
Así, como tenía que ser, fue el mismo presidente Pedro Castillo en un escueto mensaje a la Nación quien anunció que le aceptó la renuncia del ahora ex premier. Ahora tiene la oportunidad para armar un gabinete que le dé estabilidad y gobernabilidad al país.
Ello no supone, necesariamente, la "humalización" de su gobierno. Ni, mucho menos, asumir la agenda de la derecha conservadora y mafiosa. Ninguna de esas opiniones que son lo mismo. Es realizar uno de los ofrecimientos: darle gobernabilidad y fortalecer la democracia para, a partir de estos, producir los cambios que el Perú necesita.
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