Opiniones
Kongreso

Por Isaac Bigio
En el Perú el Gobierno de la nación ya no se le ejerce desde la plaza mayor, sino desde el de la inquisición. Allí está el Legislativo, el cual purga los otros dos poderes: el Judicial y el Ejecutivo. Dina es solo su figurina. No le importa ser el parlamento más impopular a nivel mundial y de nuestra historia nacional.
Ha quemado en la hoguera al presidente más votado que hayamos tenido, al cual lo depusieron de manera ilegal, exprés y anticonstitucional. Quieren desconocer un referéndum donde casi 14 millones de ciudadanos (90.5%) votaron contra la bicameralidad. Aprobaron en primera instancia tener senadores y diputados, habilitando la reelección indefinida y los cargos vitalicios. Ellos tienen derecho a vacar a quien quieran, pero no dejan que el pueblo los pueda revocar. Todo ello, pese al total repudio popular y electoral.
Se oponen a una nueva Constituyente o referéndums, pero cambian la cuarta parte de la actual carta magna, con la cual esta queda tan alterada que ya es otra. Y. todo eso, sin permitir que el pueblo de su opinión o tenga derecho a una consulta o elección.
Tienen a un tribunal constitucional y una fiscal de la nación a su medida. Junto con ambas van por la Junta Nacional de Justicia y por las cabezas de los 2 fiscales que más investigan políticos corruptos: Vela y Pérez. Mientras van trastocando la independencia del poder judicial, arremeten contra la de la autoridad electoral.
Quieren eliminar a todos los movimientos regionales, los cuales fueron apoyados por la gran mayoría nacional durante el último proceso electoral. También quieren evitar que se formen nuevos partidos, pues exigen una valla de 500,000 miembros, algo que ninguno de los actuales la tiene. La mayoría congresal es hincha de MIlei, pero rechaza las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias con las que él fue electo en Argentina. Quieren que las cúpulas tengan el monopolio de a quien designar o cobrar cupos para ser candidato.
Los congresistas, a pesar de sus jugosos ingresos, se acaban de auto-designar para ellos y sus empleados un bono equivalente a 10 salarios mínimos, mientras que el resto de la población está condenado a ingresos magros, carencias o hambre.
Isaac Bigio. Politólogo economista e historiador con grados y postgrados en la London School of Economics & Political Sciences.
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