Opiniones
Un Soto que huele feo

Por Isaac Bigio
Apenas el Congreso eligió a su nueva directiva, escribimos la columna titulada "Pensión Soto" para referirnos al antro en lo que el primer poder se ha ido transformando. Cada vez hay más gente que se tapa la nariz al hablar de ello.
El Congreso ungió a Alejandro Soto como su líder, pese a que todos sus 130 miembros sabían de informes que circulaban en los medios acerca de las 55 a 59 carpetas fiscales en su contra.
Por ejemplo, "El Foco" publicó en su portal 2 días antes de la votación congresal que a Soto se le imputaba por falsificación documentaria, enriquecimiento ilícito, peculado, abuso de autoridad, falsedad genérica e ideológica, estafa, apropiación ilícita y corrupción de funcionarios públicos, etc. También que la fiscalía del Cusco le investiga por “participación en grupo armado dirigido por extranjero para actuar en territorio nacional”. La empresa Waynapicchu SA, a la que asesoraba, acusó a Soto por cobrar el 50% de un contrato y nunca cumplir este o de que le hizo comprara a esta un terreno por un precio 53 veces al que Soto lo adquirió. Después de eso han venido otros reportes.
Una persona con tantos cuestionamientos, por dignidad propia, debiera dar un paso al costado a fin de clarificar su nombre. Empero, Soto, al igual que Boluarte, se empecinan en su puesto.
El Congreso ha fallado al tomar decisiones cruciales sin debate alguno. Ninguno de los candidatos para la mesa directiva se presentaron como tales, ni hablaron de sus planes de trabajo, ni hubo cualquier discusión. Se fue de frente al voto y al carpetazo. Lo mismo había pasado antes cuando se vacó al presidente más votado de la historia peruana, sin que nadie hubiese leído el documento a ser votado y sin una sola intervención, o cuando fue electo el actual Tribunal Constitucional, el más pro-fujimorista de todos.
Hoy, la mayor parte de los congresistas que apoyaron la primera moción de vacancia de Castillo quieren mantener a Soto. Esto, pese a que las sospechas contra Soto son mayores, y de que él no ha sido votado por el pueblo para ser presidente del país.
Un parlamento así seguirá pudriéndose ante los ojos de sus electores, quienes demandaran fin ante tanta inmundicia.
Isaac Bigio. Politólogo economista e historiador con grados y postgrados en la London School of Economics.
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