Opiniones
El tren llegó con Leguía
Por Jorge Rojas Luna
Eran las cinco de la tarde del domingo 24 de octubre de 1926, cuando el locomotor rugido, el silbido ferrocarrilero y el chirriar de las ruedas del “Tren Macho” resonaron en los tímpanos de los casi diez mil pobladores que se congregaron con alegría y esperanza para recibir al gigante de acero; marcando un hito histórico para la Villa Rica de Oropesa.
Decorado con imágenes del primer mandatario de turno; el tren recorrió por primera vez los 129 km de vía férrea desde la ciudad de Huancayo, pasando por las estaciones de Tellería, Izcuchaca, Mariscal Cáceres, Acoria, Yauli, hasta llegar a la tierra del mercurio: Huancavelica.
Del vagón “Sucre” descendió la comitiva, y entre vítores fue recibido el principal impulsor para que llegara el ferrocarril a Huancavelica, el Ministro de Fomento don Celestino Manchego Muñoz. Sin duda fue un punto de inflexión en la historia huancavelicana y de los andes del sur del Perú.
Culto a la personalidad
La ocasión no fue desaprovechada por los allegados políticos y politiqueros del momento; el acto, fue objeto de elocuentes discursos por parte de las autoridades políticas, que hicieron uso de una verborrea en muchos casos ramplona; potenciando el culto a la personalidad que del presidente Leguía, lastimosa costumbre que conllevaba una catarata de adjetivos y frases tales como: “Creador de la conciencia nacional; egregio jefe; hombre eminente e insustituible; donde dirige su mirada brota un germen de bien para el Perú; nuestra independencia evoca a San Martín y Bolívar, la grandeza nacional a Leguía; faro de luz a quien los huancavelicanos deben venerar su memoria; músculo de la nacionalidad, esclarecido, Inca y moderno libertador; maestro supremo, cerebro creador y brazo prepotente”.
No contentos con la acostumbrada adulación, pasaron al intento de perennizar la ocasión cambiando el nombre de la colonial Plaza Mayor de Huancavelica por “Parque Leguía”, e incluso se obsequió un cuadro de 2.5 m x 1.5 m a la Municipalidad de Huancavelica con la figura a cuerpo entero del presidente. A la fecha a la plaza Mayor se le quitó el nombre del presidente del oncenio y de la obra plástica se desconoce su paradero.
No cabe duda de que el tren llegó con Leguía.
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