Opiniones
Una ciudad sin bibliotecas
“Por el grosor del polvo en los libros de una biblioteca pública, puede medirse la cultura de un pueblo” – John Steinbeck.
Por Jorge Rojas Luna
Es sabido por la inmensa minoría e ignorado convenientemente por su contraparte, que el libro es una herramienta de gran importancia para el desarrollo de las sociedades, ya que no solo contiene, sino que transmite el conocimiento humano.
En esta era informática, el libro ha pasado del formato físico al digital convirtiendo al espectro virtual en una biblioteca de tamaño ciclópeo y al que casi toda la humanidad puede acceder.
En el presente, cada vez hay menos libros (físicos) en los hogares, y el gusto por tener una biblioteca familiar está casi extinto; varios factores ocasionan esta triste realidad, por ejemplo: la economía (en el Perú comprar un libro original es un lujo), o el cada vez más reducido espacio en las viviendas; el casi inexistente hábito de la lectura, la banalización de la cultura, la búsqueda insaciable por el entretenimiento, el contenido basuralíceo de fácil consumo y de calidad sotánica de la información audiovisual propalada por un gran sector de los medios de comunicación, etc. En fin, el “ser humano”, ya no sabe cómo ensimismarse y/o concentrarse para leer, eso ya no se le enseña (si es que alguna vez se enseñó), lo peor es que no quiere leer, no le gusta, porque le causa mucho esfuerzo a su cerebro adormecido por la esclavizante dependencia a las redes sociales y los “celulares inteligentes”; y si sumamos a esta realidad, una mal entendida idea colectivista, la moda, el inmediatismo y el facilismo, la consecuencia es el constante distanciamiento entre el hombre y el libro.
A cada segundo la intangible virtualidad va desplazando a lo tangible con más rapidez y es un hecho al que tenemos que adaptarnos, aprovechando todas sus potencialidades; sin embargo, ¿Qué es de las bibliotecas públicas? Que hoy, lamentablemente, son parte de ese pasado que algunos pocos añoran y que algunos muchos no han conocido nunca.
En la ciudad de Huancavelica, existe una biblioteca municipal (que casi siempre está cerrada), y que no cuenta con una adecuada infraestructura para almacenar y/o manipular de forma óptima los libros (si los hay); la mercúrica e histórica ciudad de 450 años de fundación española ¿No merece una buena biblioteca con sus respectivos especialistas, en la que se conserven la historia, letras, y costumbres de la Villa Rica de Oropesa, así como la del mundo y que sea beneficiosa para “el pueblo”? ¿Al respecto, qué hacen las autoridades, intelectuales, profesores, editoriales o ciudadanos sobre el tema? A diario vemos marchas en las que se reclaman (con justicia, casi siempre) por beneficios laborales, universitarios, políticos, sociales, ambientales, por los animales y hasta contra la vacunación COVID, pero ¿Se reclama por una biblioteca municipal? ¿O es que ya llegamos al punto sin retorno de haber internalizado que la lectura y la buena cultura no sirven? ¿Y cuál será la situación de la biblioteca de la Universidad Nacional de Huancavelica, del Instituto Superior Pedagógico o del Instituto Superior Tecnológico?
Si estamos de acuerdo, en que el libro (físico o virtual), es una fuente y a la vez herramienta principal para la trasmisión del conocimiento en la sociedad humana, cabe hacernos la siguiente pregunta: ¿Cuántos libros y cuántas horas leemos?
Una sociedad en la que sus miembros eligen voluntariamente vivir en una especie de nuevo oscurantismo despreciando la lectura y masturbándose con la virtualidad, está sentenciada a la eterna ignorancia e inexorable extinción.
En esta época globalizada e interconectada, una gran parte de los “seres humanos” ya no puede pretextar su ignorancia por la falta de acceso a la información y al conocimiento.
Una ciudad sin bibliotecas, es un lugar sin humanidad.
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