Luis Miranda
El doloroso adiós al inigualable y querido Oso
Desplegó su talento en importantes medios de comunicación como el Diario Oficial El Peruano.
Foto: Andina
Lima.- Una vez más, la muerte me sorprende y de qué manera. El lunes partió un colega, pero infinitamente mejor amigo y cómplice compañero de aulas Luis "el Oso" Miranda. Podemos decir de él mucho, muchísimo; pero me quedo con esa mirada que se cruzó con la mía hace 36 años y de la cual nació una amistad que, pese a la vorágine que plantea esta profesión, siempre volvía a un solo punto de partida: los años felices de la universidad.
Años en que el Oso, el Osito o el Bicharraco, como solía llamarlo, o "Pedazo de bicho", frase con que solía contestarme, por una broma que a estas alturas nadie entendería y que por ahí algún despistado pensaría y diría que eran palabras gruesas para dos amigos..., y de lo que nosotros nos reíamos, porque estas acepciones nacían de un libro de Kafka que en los años universitarios él devoraba entre clase y clase.
Recuerdo nítidamente que, ganada por la curiosidad, le pregunté por qué ese libro, "La metamorfosis", lo tenía tan atrapado; tanto que ni siquiera quería moverse de la carpeta rumbo a la carretilla de las golosinas, que todos buscábamos para matar el tiempo.
Entonces, aquel día, se dio la tarea de leerme extensos párrafos y explicarme al detalle cada oración, y en eso saltaron aquellas palabras y, siempre agudo, las eligió en medio del análisis de aquel libro, para que marcaran no solo nuestra amistad, sino cada encuentro entre ambos; ya sea en comisiones, por las inmediaciones de las redacciones que trajinó o el canal de televisión que dio pantalla a sus espléndidos reportajes.
Figura inigualable
Su peculiar forma de trabajo excedía lo que usualmente espera el común de la gente cuando imagina el día a día de un periodista. Enfocado en los detalles, siempre descubriendo el ángulo que otros no alcanzaban a ver... Y así nos fuimos a Bogotá, junto al hombre del lente Roberto Muñoz, con Cuarto Poder, para un megaevento culinario en donde descubrí a un amigo no solo lleno de conocimiento, sino con la misma dulzura de décadas atrás; que se mantenía atado a sus sueños, romántico como siempre, y yo, sin querer, estrellándolo contra la realidad.
Logramos repasar nuestra amistad entre cocina molecular y caminatas por el centro histórico bogotano, bajo una lluvia que nos sorprendió sin paraguas; contando todo lo que amaba y anhelaba para los próximos tiempos. Y sí que lo logró. Hizo de la fotografía una expresión más de lo que ya no alcanzaba para las palabras. Así lo prueban sus exposiciones del lente que se había convertido en una extensión de su brazo y que le granjeó aplausos, reconocimientos, más admiración, y, por sobre todo, el cariño que se ganaba instantáneamente.
Con su lente recorrió el mundo y esos disparos le permitieron adentrarse en lugares inimaginables alrededor del orbe; mundo con el que algunas vez solo soñamos en las carpetas. Su talento fue su mejor arma siempre y así alcanzó a estar entre los primeros de la promoción en acceder a un medio de comunicación.
Allí dio rienda suelta a esa calidad que tuvo siempre, con textos impecables para historias formidables. De ese primer encuentro el resto ya sería historia, que lo llevó por los principales medios informativos y al prime time de la televisión nacional. También, por esas coincidencias de la carrera, El Diario Oficial El Peruano tuvo a Luis entre sus filas, en 1993, para luego continuar su camino profesional con marcado éxito; no solo el que brinda el talento, sino el de una infinita cosecha de amigos y conocidos que hoy, con justa razón, se acongojan ante su inesperada partida.
Sentido adiós
El 1 de mayo, Día del Trabajo, la muerte se llevó al Oso, pero nos dejó al amigo en el recuerdo, en las noches de karaoke, en los mensajes del WhatsApp que ayer revisaba, en su solidaridad cuando uno estaba triste, en los encargos que le solía hacer y que cumplía en cada viaje con resignada aceptación.
Deja a una familia que lo recordará momento a momento, deja a un grupo de amigos desconsolados; nos dejas, así sin más..., Luis.
Fuente: Andina
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