Opiniones
Sarah Hellen
Por Francisco Ugarteche Domínguez
El secuestro y tortura de un grupo de mujeres acusadas de ser hechiceras me recuerda el caso de Sarah Hellen y toda la locura desatada alrededor de su tumba, en Pisco.
Mónica Cepeda es una periodista que conocí en Frecuencia Latina y revoloteaba por la redacción en busca de una oportunidad, a principios de los años 90. Recién comenzaba, era una suerte de reportera suplente llamada a sustituir las ausencias que suelen darse por diversas razones.
Ella se percató de una pequeña nota que encontró en el mar de informaciones de los diarios sobre la proximidad de cumplirse 80años de la muerte de Sarah Hellen, una joven asesinada en Inglaterra, acusada de ser una mujer vampiro.
La leyenda cuenta que antes de morir lanzó una grave amenaza que se cumpliría volviendo a la vida para vengarse de quienes la acusaban injustamente, razón por la que prefirieron deshacerse del cadáver, lo enviaron por barco al nuevo mundo y fue a dar al cementerio de Pisco.
Acordamos con Mónica que viajaría varios días antes de la fecha señalada para la supuesta resurrección y con la debida discreción organizamos la comisión que la llevó a visitar la tumba en el cementerio y conversar con diversos personajes de Pisco.
Una serie de notas sobre la misteriosa tumba y todo el alboroto que se armó en este caso nos premiaron con abrumadora sintonía en 90 Segundos y Mónica pasó a ser reportera titular y destacada periodista de Frecuencia Latina, aunque se ganó también el apodo de Sarah Hellen que la debe perseguir hasta estos días.
Por supuesto que la mujer vampiro nunca resucitó, pero su tumba se convirtió en uno de los mayores atractivos turísticos del Puerto, castigado pocos años después con un terremoto, el más fuerte sismo ocurrido en el Perú en los últimos años destruyó la ciudad, causó 514 muertos, 2,291 heridos, 76 mil viviendas en escombros y cerca de medio millón de personas afectadas.
El diario El Comercio publicó “Martín Figueroa Bravo, trabajador del cementerio de Pisco desde hace 22 años, recuerda bien la noche de la tragedia. Eran las 6 y 41 de la noche y solo faltaban unos minutos para cerrar el camposanto. De pronto, empezaron las sacudidas. Figueroa, impotente, vio como los nichos se rajaban y arrojaban los cuerpos de decenas de difuntos” excepto la tumba de Sarah Hellen, que sigue intacta, no le pasó nada.
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