Sociedad

Viejo, mi querido viejo

“El que estudia triunfa”

Esperaba el pequeño “Enrique” en un pequeño compartimento, mientras su padre iba a las actividades propias de su labor. El padre volvía al poco o mucho tiempo (he aquí donde se aplica la teoría de la relatividad de Einstein donde el tiempo era mucho para el niño, pero exiguo para el adulto). No obstante, al volver traía consigo un recipiente lleno de agradable y sustanciosa avena, acompañado de panes que contenían deliciosos manjares que los chefs del HMC (Hospital Militar Central) brindaban a los miembros de magna institución.

Sin embargo, aquel premio consistía en una noble condición: Escribir el abecedario y sus silabas. La historia se repetía siempre, luego las silabas se convirtieron en palabras a las que le siguieron las oraciones. Había que llenar hojas y hojas de un cuaderno que parecía inacabable. El infante dejo de serlo y vio en este acondicionamiento un aprovechamiento poco útil.

A simple vista parecería fútil estas tareas, pero el tiempo vio útil el saber escribir correctamente las palabras, tener una ortografía aceptable fue una de ellas y con el tiempo lograr hasta una caligrafía muy buena, tan buena que se podría llamar perfecta por usar la letra imprenta molde como escritura natural de su caligrafía. Sin duda, la insigne frase de su padre era verdad: “El que estudia triunfa”.

Yoko Kenyi Villa, colombiano y japones, en una conferencia llamada “Sueños de Libertad”, señaló que la disciplina vence a la inteligencia y coloco como ejemplo al mismo Japón que no descubrió nada trascendente, pero perfecciono los muchos inventos que otros llevaron a cabo. También Miguel Ángel Cornejo, mexicano, indico que si tu talento (tu don natural ha hacer algo que te resulta fácil hacer) lo combinas con horas y horas de práctica, eso dará como resultado a un genio. Y, de hecho, cito a Mozart como ejemplo de genialidad pues desde muy pequeño tocaba el violín.

Cierto, nada puede reemplazar las horas de practica y estudio que se realiza para una disciplina, ciencia, deporte, arte, etc. El dicho “La práctica hace al maestro” encaja perfectamente aquí. Entonces, cuantas más horas se dedique uno a practicar eso que lo apasiona tanto, convertirá su don o talento en una genialidad, decía Cornejo, afirmación que es respaldada por los resultados obviamente.

Bien dice el padre de “Enrique”: “El que estudia triunfa”. Los padres, pero en especial el padre, puede ser un gran soporte emocional para la educación del hijo; el padre de John F. Kennedy les decía a sus hijos: “Si van a ser picapedreros ser el mejor picapedrero del mundo”, y así sucedió, llegando a ser su hijo, John F. Kennedy, presidente de Estados Unidos de América. “Hijo mío, observa los consejos de tu padre y no rechaces la enseñanza de tu madre”, escribió Salomón, y el mismo oyó los consejos de su padre, David, y emulo y hasta supero su grandeza.

En esta vida nada es fácil, nada es casualidad, todo lo bueno en esta vida es fruto de trabajo, esfuerzo y sacrificio,” Sangre, sudor y lágrimas”, dirían algunos. Porque “lo que fácil se tiene fácil se va”. Por tanto, es preciso someterse a la rigurosa disciplina de estudiar y practicar lo aprendido, pero no verlo como una carga sino, en palabras de David, en un “deleite”.

Martín Cabana


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