En un incidente que podría tener repercusiones globales, cuatro importantes cables de telecomunicaciones situados en el mar Rojo sufrieron daños la semana pasada, poniendo en riesgo no solo el 25% del tráfico de Internet de Asia a Europa, sino también la estabilidad de la red mundial de Internet.
Dada la importancia de estos cables, que son responsables del 97% del tráfico de datos global, la comunidad internacional se encuentra en alerta.
Los cables afectados, Seacom, TGN, AAE-1, y EIG, son vitales para la conectividad entre Asia, África, Oriente Medio y Europa. La disrupción ha forzado a las compañías de telecomunicaciones a tomar medidas urgentes para evitar un apagón masivo de Internet, redirigiendo el tráfico a través de rutas alternativas.
Entre las corporaciones afectadas, Seacom se ha pronunciado, indicando que el tramo dañado de su cable se halla bajo la jurisdicción marítima de Yemen, en el sur del mar Rojo.
El inicio de las reparaciones está pendiente de autorización por las autoridades yemeníes, lo cual podría demorarse hasta un mes.
En el interín, Seacom ha tenido que redirigir el tráfico y desconectar algunos servicios, según afirmó Prenesh Padayachee, director digital de la compañía.
Tata Communications y HGC Global Communications también han implementado medidas para mitigar el impacto, invirtiendo en la diversificación de rutas para asegurar la continuidad del servicio.
Mientras tanto, la demanda por capacidades de red alternativas ha crecido exponencialmente, según Roderick Beck de United Cable Company, quien destacó el aumento significativo en la reserva de capacidad entre Marsella y Singapur tras el incidente.
La reparación de los cables dañados no se espera que comience hasta el segundo trimestre de 2024, con Beck advirtiendo sobre la complejidad y la lentitud del proceso.
Localizar un buque de reparación disponible es solo el primer paso; la recogida de cables de repuesto y la organización de una escolta militar debido a las tensiones en el mar Rojo complican aún más la situación.
Este incidente subraya la vulnerabilidad de la infraestructura global de Internet y la necesidad de rutas alternativas para garantizar la resiliencia de la red.
Los daños en los cables del mar Rojo no solo afectan al tráfico de Internet, sino que también podrían tener un impacto significativo en los planes de futuras infraestructuras submarinas, impulsando a gigantes tecnológicos y empresas de telecomunicaciones a reconsiderar sus estrategias de conexión global.