Opiniones

Los terremotos en la Huancavelica colonial

(Terrae Motus en Guancavelica)

Por Jorge Rojas Luna

El conocer la historia de los terremotos en nuestro país es un tema siempre importante y vigente, por el mismo hecho de que nos encontramos ubicados geográficamente en una de las zonas más sísmicas del tercer planeta.

Los movimientos sísmicos también han afectado seriamente a la ciudad de Huancavelica y causaron terror en sus habitantes. Sin embargo, en la historiografía peruana es casi desconocido el terremoto de Huancavelica de 1687; dicho desastre natural figura en el “boletín de la historia de los sismos más notables ocurridos en el Perú (1513-1974) del Instituto de Geología y Minería - 1978”. En ese informativo se da a conocer que el martes 28 de enero de 1687, a las 8 ante meridiem, la mercúrica Villa Rica de Oropesa (fundada, por lo menos en el papel, por el quinto virrey del Perú), junto a las provincias de Angaraes y Acobamba temblaron al producirse un devastador seísmo de 7.0º y que provocó la muerte de quinientas personas (para esa época, un número elevado de víctimas); la sacudida ocurrió durante el sexenio en que gobernó estas latitudes, el Alcalde del Crimen don Juan Luis López (1683-1689), bajo el mandato del virrey número 22: Melchor de Navarra y Rocafull – Duque consorte de la Palata; afectando seriamente a la Iglesia Mayor, destruyendo la de los Dominicos, y demoliendo parte de la Iglesia de Santa Ana. Sin embargo, pese a la magnitud del terremoto, éste no dañó la infraestructura de los socavones de la Mina de Guancavelica (Santa Bárbara); ese hecho fue tranquilizador para los intereses de los peninsulares, ya que la producción de mercurio de las minas de Huancavelica era de gran importancia para el imperio español. Para colmo de males, se cuenta que luego del movimiento, cayó una copiosa lluvia que torturó a los sobrevivientes y que empeoró su situación.

El mismo año, el lunes 20 de octubre de 1687, ocurrieron dos terremotos de gran magnitud en Lima y Callao que provocaron muchísimas muertes y gran destrucción. El 21 de octubre entre las 6 y 7 de la mañana ocurrió otro terremoto en Arequipa; esos tres grandes movimientos asolaron a Huancavelica que venia haciendo los esfuerzos por recuperarse del seísmo de hacía aproximadamente 9 meses.

Cincuenta y nueve años mas tarde, durante el gobierno del virrey número 30: José Antonio Manso de Velasco – I Conde de Superunda, exactamente el viernes 28 de octubre de 1746, a las 22:30 h, se produjo el gran terremoto de Lima y Callao (8.4º), movimiento telúrico que atacó con dureza a Huancavelica; la furia de la Pachamama destruyó el templo de San Agustín, los conventos de los Dominicos y Francisco Javier; las torres de las iglesias de Santa Ana, Santo Domingo, San Juan de Dios, San Cristóbal y San Sebastián se desplomaron, un gran porcentaje de viviendas y edificios fueron arrasados; la tierra se agrietó de una forma espeluznante y el terror se enseñoreó en la mente de los huancavelicanos. Gran parte de la ciudad quedó en ruinas.

Otro de los movimientos de la tierra de gran importancia que ocurrieron durante la colonia y que afectó a Huancavelica, fue el terremoto de Arequipa del 13 de mayo de 1784, durante el gobierno del virrey número 34: Teodoro de Croix; momento de la historia en que el seísmo de 8,4º remeció implacablemente a la Alhaja de la Corona Española, causando gran destrozo en la Villa y pánico en los huancavelicanos. Muchos templos y viviendas se destruyeron.

La ciudad de gran importancia económica para el virreinato del Perú, la Villa Rica de Oropesa, siempre ha sido una tierra telúrica y así como el Perú actual no se remece fuertemente desde hace muchos años, Huancavelica tampoco lo ha hecho; el silencio sísmico es de gran preocupación, sobre todo para esta ciudad de decenas de miles de habitantes y que está rodeada de pétreos Apus. “La ilustre ciudad de Huancavelica”, como la nombrara el Mariscal Gamarra, es una tierra en constante movimiento.

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