Opiniones
Cuando le salen las primeras canas a la princesa
Por Armando Avalos
Una madrugada tuve una pesadilla. En ella mi esposa moría en un accidente. Sentí que mi vida estaba a la deriva, me sentí solo y me preguntaba en medio del llanto, cómo iba a poder vivir sin su sonrisa y sin ver esos bellos ojos de los que un día me enamoré. Me senté en el jardín donde criamos a nuestros hijos y le hablaba pidiéndole que no me dejara. En ese momento, una mano me sacudió y al despertar y abrir los ojos, vi el rostro de mi esposa y le robé un beso.
Esa madrugada supe que los presagios que muchos hacen de que todo amor tiene un principio y un fin, no es cierto. Hay amores que crecen con el tiempo y maduran. Ese es el tipo de amor que le tengo a Tere.
Es un amor sincero, cómplice y donde nos cuidamos los dos. Un amor que superó lo físico aunque ello no signifique que me siga volviendo loco tenerla entre mis brazos. En estos tiempos en que una vida en pareja armoniosa es más la excepción que la regla, muchas veces nos preguntamos los dos, si un día nuestro amor terminará.
Desde que la conquisté cuando ella tenía 16 años, le decía a Tere, que los únicos que nos podrán separar, seremos nosotros mismos y es que una vida en pareja, es como un edificio que se construye y remodela todos los días.
Donde debe haber respeto, tolerancia, una pisca de celos y mucha confianza. No pelear por mucho tiempo y conversar lo más que se pueda. Reírse en pareja es algo que siempre hacemos y sé que si ello se pierde, sería la primera alerta de que algo está mal.
Erich From dijo una vez que “el amor es un desafío constante y no es un lugar de reposo, sino un moverse, crecer y trabajar juntos”, donde más allá de que haya armonía o conflicto, alegría o tristeza, lo importante es que haya respeto en dos seres que se experimentan desde la esencia de su ser.
Unirse a otra persona en matrimonio es el mayor acto de fe. Nadie te garantiza un matrimonio feliz, porque así no funciona. Parte, de la voluntad de dos personas de crecer juntas y aceptarse con sus virtudes y defectos. De alegrarse por el crecimiento del otro y de protegerse el uno al otro.
Cuando una persona humilla a su pareja, en realidad no la ama. No se puede amar a alguien al que se busca herir.
Muchos jóvenes suelen buscar el matrimonio para tener una vida sexual activa o “poder salir del hogar”. Vale decir, que usan el matrimonio como un medio y no como un fin. No se dan cuenta que cuando ya lograron, gracias a vivir en pareja, esa vida sexual o esa independencia del seno familiar, ésta relación se tornará difícil porque “nunca creyeron” realmente en el matrimonio.
Cuando desperté de la pesadilla y besé a mi esposa, no pude dejar de mirarla unos segundos y contemplar sus primeras canas. Fui, en ese momento, consciente que estábamos envejeciendo juntos.
Sentí una gran alegría que este proceso natural de la vida, lo esté viviendo junto a la mujer que amo. Nuestros cuerpos han cambiado, pero nuestros corazones siguen siendo jóvenes. Me tranquiliza saber que ella estará a mi lado en lo que me resta de vida y seguramente será lo último que vea al partir.
Tenemos tantos sueños aun y hemos prometido hacer muchas locuras juntos. Quizá nuestro mayor logro en pareja es haber criado y logrado tres buenos hijos. Buenos seres humanos que nunca vieron a sus padres pelear, ni insultarse. Cuando aún nos ven besarnos, nuestros hijos se han acostumbrado a gritar ¡ya paren de hacer eso, ya están viejos!. Con Tere nos reímos de sus quejas, como hace 32 años cuando comenzamos juntos, este fascinante viaje.
Cuando llego a casa y la veo haciendo sus cosas, ya más gordita y canosa, sigo viendo a esa bella jovencita de minifalda, pelo largo y sonrisa coqueta que me robó el corazón. Ese corazón, ahora maduro, que rejuvenece cada día a su lado.
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